18 de marzo de 2012

Un Cadáver en el Callejón

Como de costumbre, el inspector Kozlov llegaba tarde. Aparcó su viejo Skoda Octavia en la entrada del callejón,que permanecía custodiada por dos coches patrulla. Las luces azules y blancas de los vehículos iluminaban el interior del estrecho callejón. Vladimir Kozlov se bajó de su coche y caminó hacia el interior del callejón abriéndose hueco entre los agentes.

- Inspector Kozlov. – Dijo con voz seca mientras enseñaba la placa.

- Sí señor, pase. – Dijo uno de los policías.

Kozlov fue avanzando hacia el lugar donde le esperaba la víctima. Los de la científica ya estaban ahí cogiendo pruebas, y probando el nuevo prototipo de recogida de huellas; un pequeño robot de unos treinta centímetros de alto, cuyo funcionamiento se basaba en la búsqueda de sudor, calor y grasa corporal como método automático en la búsqueda de huellas. A Kozlovno le hacía mucha gracia… En la mayor parte de los casos, había que hacer otra pasada con el robot en modo manual dirigido como si fuese una de esas antiguas consolas… Lo único bueno que tenía ese novedoso artilugio, era que los datos captados se enviaban y almacenaban directamente en el fichero del caso en el ordenador principal. Aún así, no gozaba de la simpatía del inspector.

Cuando llegó a la altura de la víctima, observó que el cuerpo estaba bajo una vieja farola, mugrienta y al borde de desprenderse. Se balanceaba con la brisa más delicada. Era la única luz que había en el callejón antes de que llegasen sus compañeros.

La victima estaba vestida con vaqueros y una camisa de cáñamo. El pelo era rizado y largo. A través de él observó una especie de tatuaje en el cuello, apartó los cabellos y vio que se trataba de un código de barras con la numeración borrada… “Era una antigua prisionera.” – Pensó Kozlov. Los brazos eran una auténtica obra de arte, en la que se mezclaban cortes y tatuajes. Las rodillas tenían heridas y habían sangrado, como si hubiera estado arrastrándose o gateando, pero había sido en otro sitio… Ahí no había sangre en el suelo… Apenas unas gotas que salpicaron del corte que tenía en la garganta… El cuerpo yacía con las piernas flexionadas, como si se hubiera desplomado hacia un lado mientras estaba de rodillas; apoyada sobre su trasero y la espalda sobre una agrietada pared; y la cabeza inclinada hacia abajo, reposaba sobre su lado izquierdo en un contenedor lleno de basura.

- ¿Inspector Kozlov? – Dijo una voz tras él.

- Sí.

- Soy el oficial Enrique Granados. ¿Cómo está usted?

- Mejor que la víctima… ¿Se sabe quién es? – Dijo sin darse la vuelta.

- Su nombre era Sonia Rodríguez Álvarez, una antigua traficante de PW52, pero estaba limpia. Salió de prisión hace unos meses, ahora vivía sola y trabajaba de mensajera.

- ¿Han encontrado alguna pista? – Preguntó Kozlov mientras jugueteaba con un Zippo en la mano.

- Nada señor… La trajeron aquí para degollarla en el mismo sitio en el que está ahora… Ni huellas, ni testigos, ni restos de neumáticos… Nada…

Kozlov se encendió un cigarrillo y se quedó unos segundos observando la inscripción que había en el Zippo.

- Inspector. ¡Inspector!

- Sí. – Dijo y se guardó el Zippo rápidamente.

- ¿Qué hacemos ahora?

- ¿Dónde vivía la víctima?

- Ahí arriba. – Y el oficial señaló a una ventana.

Kozlov miró hacia arriba y su pelo blanco casi al cero, su negro bigote en forma de candado y sus gafas, parecían adquirir el mismo color que la luna, mientras exhalaba humo por su nariz…

2 comentarios:

Uncle Joe dijo...

Curioso personaje este Kozlov. Sugerencia: podrías colgar los capítulos completos en pdf. Uno por semana, por ejemplo. Hey Man.

Roberto Hidalgo Matía dijo...

Diseñar a Kozlov llevó su tiempo... Dar a luz a un personaje que por su curiosidad y exclusividad sea capaz de crear adicción, no es tarea fácil. El inspector Kozlov está creado a fin de posteriores episodios, además de ser un candidato a protagonista de varias novelas. Hey Man.