27 de marzo de 2012

Marcos Peña

Marcos Peña era un joven muchacho, al que la vida no le había regalado ni una triste sonrisa. El gran número de fracasos y frustraciones, le habían llevado a renegar de todo sueño o ilusión posible. Así, un buen día decidió recogerse cual ermitaño, en una lúgubre habitación del centro de la ciudad. Su único contacto con el mundo era su teléfono, que rara vez emitía su anhelada melodía de “We Will Rock You”. A veces, hacía sonar la canción para poder escuchar alguna voz distinta a la suya, pues Marcos solía hablar sus pensamientos. El mismo se tachaba de loco, pero probablemente lo hacía para no sentirse tan abandonado. También tenía unas ventanas translucidas de la cantidad de polvo y de telarañas que se aferraban a sus vidrios, y unas persianas mugrientas y cuarteadas. Con todo ese entorno de aislamiento absoluto, tan sólo la puerta de la habitación le separaba del mundo exterior, de sus sueños e ilusiones…

Marcos rara vez lograba conciliar el sueño. Parecía que un conjunto de fuerzas extrañas y sobrenaturales se lo impidiese en forma de lluvia, sirenas de ambulancias, gritos… O las mismas grietas del techo… Todo le impedía dormir.

La puerta estaba siempre cerrada, le daba verdadero pavor abrirla. El sabía, o mejor dicho, estaba convencido que si la abriese caería definitivamente recogido como un ovillito de lana a causa de un nuevo fracaso, y que nunca, nunca, nunca, volvería a levantarse.

4 comentarios:

Alessandra dijo...

Gracias!��

Roberto Hidalgo Matía dijo...

Jajaja. Disfrútalo!!

Uncle Joe dijo...

Te veo una miaja depresivo. Para cuándo un relato cómico?. Son más difíciles de construir.

Roberto Hidalgo Matía dijo...

Es que eso es más complicado... El estrés de Madrid invita más a este estilo. Hey man.