10 de marzo de 2012

Echarse a la Mar

Tendido en la arena. Cansado y exhausto, mirando hacia el cielo esperando algo mejor. La arena acaricia su pecho al sol. La sal irrita sus yagas, mientras sus pensamientos buscan el lugar en el que ubicarse. Inclina su cabeza y clava su mirada en lo más lejano del horizonte. Allí donde el Sol parece acariciar a la Tierra, allí donde los sueños se hacen realidad, donde el Sol y el Mar se fusionan en un profundo amor…

Se levanta de repente con una leve sonrisa dibujada con sus agrietados labios, mira constantemente hacia delante. En un segundo, su cuerpo sufre un cambio, una descarga, y echa a correr hacia la espuma de las olas. Guiado por el susurro de las aguas, se funde con el mar. Nada a prisa, nada sin parar. Gira la cabeza y no cesa de sonreír.

Ya no tiene miedos… Tiene libertad.

1 comentario:

Matías dijo...

Estoy recordando lo que me dijiste ayer de que lo que estabas escribiendo no te convencía... Pues te digo una cosa, a mi sí me convence y mucho además. Tu sí que vales jajajaja... Sigue así Rober.